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El sol despuntará dentro de una hora. El campus de Georgia Tech (GT) en Atlanta, EE.UU., disfruta ese silencio antes del alba. En una capilla poco iluminada, los estudiantes rezan.

Las puertas abiertas del tabernáculo dejan ver la Eucaristía expuesta en una pequeña custodia. Cuatro velas brillan en la habitación. Una chica se sienta en el suelo, otro lee en su tablet.

Clare Botti se despierta a las 5:30 a.m. para su hora de oración a las 6:15 a.m. Está a cinco minutos a pie de su dormitorio en Perry Hall.

“Tomé el horario temprano porque mis clases comienzan temprano. Prefiero comenzar mi día con una hora santa”, dice la estudiante de ingeniería biomédica de primer año. De pelo oscuro, Botti, 18 años de edad, lleva jeans y está vestida con un elegante abrigo. Creció en Woodstock y asistió a la Iglesia de San Miguel Arcángel.

“Comienzo mi día pensando en por qué estoy aquí. Me da más propósito”, explica antes de salir a su clase de inglés de las 8 de la mañana.

Estos “nativos digitales” de Georgia Tech dejaron de lado sus mensajes de texto, Twitter y libros de texto. En vez de eso, se sientan y se arrodillan en esta tranquila habitación. La tradicional oración que se hace frente a la Eucaristía se está poniendo en marcha como una ofrenda mucho más frecuente en el Centro Católico a medida que comienza el semestre.

El ritual católico de la adoración cayó en desuso durante los años setenta y ochenta del siglo pasado pero, curiosamente, parece estar atrayendo a más gente, especialmente entre los adultos jóvenes que lo experimentan por primera vez.

Dan Fitzgerald, de 22 años, estudiante de informática, se sienta en la primera fila de la capilla. Lleva una túnica blanca y negra y un sobrepelliz, el atuendo prescrito por la iglesia para dirigir la adoración.

Llega un poco después de las 6 de la mañana para encender las velas y preparar la capilla. El estudiante de cuarto año es uno de los líderes que puso en marcha el programa. Comenzó el otoño de 2013 en el peor momento posible, cuando los estudiantes entraron a la semana de exámenes, cuenta; pero aún así se inscribieron para dar una hora de su tiempo cada semana aquí, en oración.

“Sé que están ocurriendo pequeñas, pequeñas y silenciosas transformaciones”, dijo Fitzgerald, cuya familia asiste a la iglesia de Santa Ana, en Marietta.

Los estudiantes rezan por sí mismos y por los demás, de lunes a viernes, de 6 a.m. a medianoche, un total de 90 horas de adoración. Un libro rojo sobre la mesa fuera de la capilla está lleno de intenciones anotadas anónimamente:

“Por la seguridad en el campus.” / “(Por) quienes sienten que no tienen camino.” / “Por mi futuro. Siempre me siento perdido y asustado.” / “Que pueda mantener la esperanza para mi último semestre.”

Erin Grace Fitzpatrick encuentra aquí una tregua para su día.

“En GT siempre estás muy ocupado, [pero] cuando vas a la capilla tienes la posibilidad de entrar en una oración más intensa, tener una conversación con Dios en un nivel más profundo”, dice ella.

Georgia Tech“Esa tranquilidad ayuda a relajarte, a desestresarte y a reanimarte antes de volver al ajetreado mundo de la tecnología”, dice este estudiante de primer año de Brookhaven, de 19 años de edad. Estudió antes con los Hermanos Maristas, y allí ayudó durante años en la misa de las 7:30 a.m. en el campus.

Christopher Sharpe vio por primera vez la adoración cuando visitó la Catedral de Cristo Rey y su capilla.

“Estaban callados y reverentes frente a una custodia. Sabía que algo importante estaba pasando, pero no sabía lo que era”, dijo Sharpe, de 33 años, estudiante de administración de empresas, que se unió a la iglesia en 2013.

Para un antiguo bautista del Sur, la oración católica tiene un estilo muy diferente.

“Tratas la oración como una conversación con Cristo”, explica.

“Nunca había pensado en ir a tener una conversación. El sacramento te permite hacer eso”, agrega Sharpe, que lleva gafas sin montura y un suéter sobre una camisa Oxford con botones.

Dice que pasa el tiempo rezando oraciones de agradecimiento, contemplando su día con un estilo ignaciano de reflexión, y leyendo un libro espiritual —actualmente es uno llamado “Alma de Todo Apostolado”—.

La adoración eucarística es una tradición de la Iglesia, pero puede parecer nueva para los jóvenes católicos, ya que la iglesia volvió a hacer hincapié en el culto comunitario después del Vaticano II. La oración ha sido pieza central de las Jornadas Mundiales de la Juventud, permitiendo a adultos jóvenes unirse de esta manera con la oración de los Papas recientes, incluyendo al Papa Francisco en Río de Janeiro, Brasil.

El capellán del campus de Georgia Tech, Padre Kevin Peek, dijo que la nueva actividad “da a todos un consuelo” sabiendo que hay gente orando. Todos —un estudiante o cualquier persona en el área— son bienvenidos a hacer una visita, sea por cinco minutos o más.

La adoración está más disponible que cuando iba a la universidad, dijo, pero ahora la “presencia de Cristo en la Eucaristía se ha convertido en un punto central, quizás porque cada vez más gente necesita conocer el amor de Dios”.

Para los jóvenes católicos, lo viejo puede parecer nuevo.

El sacerdote jesuita Brian Daley contribuyó con un capítulo de “Despierta mi alma: Católicos contemporáneos sobre devociones tradicionales” sobre la adoración de la Eucaristía.

El profesor de teología de Notre Dame dijo en un correo electrónico que los estudiantes universitarios podrían sentirse “atraídos por la posibilidad de probar una forma más antigua de orar, que paradójicamente parece nueva”.

Además, dijo, es posible que los jóvenes hayan oído hablar de este estilo de oración a sus padres y abuelos.

“Conozco muchos jóvenes a los que les gustaría al menos probar con estas prácticas más tradicionales”, dijo.

Un estudio realizado en 2008 por el Centro de Investigación Aplicada en el Apostolado de la Universidad de Georgetown encontró que el 21 por ciento de los “millenials” católicos, nacidos después de 1981, han participado en la adoración eucarística.

El profesor Willian Dingas, director de área de religión y cultura en la Escuela de Teología y Estudios Religiosos de la Universidad Católica de América, también ha visto a más gente atraída por ella. La adoración, opina, puede ser una manera de mantener una identidad católica distintiva. “Es una manera de decir que lo sagrado sigue vivo” y “la retroalimentación sagrada” en un ambiente que algunos consideran poco propicio para la fe. La pregunta para él es si los católicos usan esta oración individual como un trampolín para trabajar en temas de justicia en el campus y en sus comunidades.

Jackie Sample, de 22 años, se denominó a sí misma una vez “católica superficial”, recorriendo todas las fiestas del campus Tech y la vida universitaria.

“Ahora sé que no puedo vivir sin oración”, dice Sample, corredora de maratón y especialista en negocios y asuntos internacionales. Su familia realiza adoración en la Iglesia de la Santísima Trinidad en Peachtree City.

Sample acude a la capilla de adoración del campus a las 3:15 p.m. todos los miércoles. Es la parte de su día en la que está más tranquila. “No puedo expresarlo con palabras. No puedo explicarlo.”


Fuente: The Georgia Bulletin (Periódico digital de la Arquidiócesis de Atlanta)