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En una charla para adoradores nocturnos de la diócesis de Valencia, España, el exorcista español Padre Fortea describe su experiencia sobre la potencia espiritual de la Adoración a Jesús en el Santísimo Sacramento para romper eficazmente los lazos y la influencia del ángel caído.

El Padre José Antonio Fortea (Barbastro, España, 1968) es un sacerdote y teólogo especializado en demonología, y autor de varios libros sobre este tema.

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Padre José Antonio Fortea

Cursó sus estudios de Teología para el sacerdocio en la Universidad de Navarra. Se relacionó con el exorcistado por indicación de su obispo, quien le pidió abordar este particular ministerio católico. Así, el Padre Fortea defendió en 1998 su tesis bajo el título “El exorcismo en la época actual”, dirigida por el secretario de la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española.

Actualmente el Padre es párroco en Alcalá de Henares, Madrid, y allí atiende los casos de posesión o contaminación demoníaca que le remiten desde toda España.

El Padre Fortea y la joven misionera eucarística

Unos amigos de Irlanda le pidieron acoger a una muchacha que se dedicaba a la Adoración eucarística todas las noches. El contacto con esta alma privilegiada le enseñó “una serie de cosas que no estaban en ningún libro”, como relata el sacerdote:

“Un día ella me dijo: ‘Padre, Dios quiere que en esta iglesia, donde usted recibe a los posesos, haya Adoración todo el día’.” El Padre Fortea, al principio escéptico, accedió.

Para su sorpresa “en menos de un mes estaban hechos los turnos, y todo el día quedaba el Santísimo expuesto; incluso aparecía gente que ni iba a misa los domingos. Por misteriosos mecanismos, Dios quería poner la fortaleza y protección de la oración frente a los ataques del demonio, por ser allí el único lugar conocido en España dedicado al exorcismo. El demonio ciertamente estaba deseoso de hundirlo (puede promover muchos ataques, de dentro o de afuera), y la respuesta de Dios fue enviarme a esta muchacha para decirme: ¡adorad! Y la Adoración Eucarística cambió radicalmente a muchas personas, más que muchas otras cosas que yo pudiera hacer.

“He querido contarles esto porque quizá ha sido el hecho más relevante, para mi vida también, que ha sucedido en los últimos años.”

Centrarse en adorar la Eucaristía

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El Ángel caído (detalle) – ilustración de Gustave Doré para “El Paraíso Perdido” de Milton.

El Padre Fortea recuerda otro consejo recibido: “‘Padre’, me dijo ella, ‘usted, cuando ore por los posesos, céntrese en adorar a la Eucaristía’. Y efectivamente, tiene su efecto. Después también me dijo: ‘No le pregunte tanto al demonio su nombre, etc. No insista; algunas cosas sí, pero pregúntele más a Jesús’. ¡Y es verdad! Si uno en la oración le pregunta a Jesús, Él, sin palabras, hace nacer la respuesta en nuestro interior. Esto es válido para cualquiera. Cuando yo le preguntaba a Jesús, me venían a la mente cosas que eran las mejores para ese caso. No es que oyera ninguna voz, pero se me ocurría, por ejemplo, ‘vamos a cantar alguna canción de misa’ y aquello tenía un efecto tremendo que hacía salir a ese demonio. Al usar este ‘método directo’, el Señor dice: ‘no te preocupes, Yo te haré saber lo que necesites cuando lo necesites saber, porque se te ocurrirá’. Y así actúa con todos los cristianos. Si estamos concentrados en oración, vienen cosas a nuestra mente; y normalmente cuando oímos la voz de Dios, sabemos que es Su voz y decimos ‘sí, esto tengo que hacer’, con toda certeza.”

El Padre Fortea mencionó a una parroquiana que, justo antes de dormir, se ponía mentalmente en adoración ante el Sagrario de la iglesia: “No obstante nuestro cuerpo, somos también espíritu. Y si nuestra voluntad lo quiere, ese querer es estar. Por tanto, en espíritu podemos estar adorando todo el día. Y cuando llegue el momento de estar físicamente ante Jesús, la acumulación de ese deseo de todo el día prorrumpirá en un amor muchas veces mayor.”

Por contraste a lo visto en posesos —entre los cuales a menudo la contaminación diabólica se produjo luego de exponerse a alguna práctica esotérica—, el sacerdote incentivó a llevar a otros a la oración eucarística, aunque sólo sean 5 ó 10 minutos. Ese pequeño contacto puede derribar las puertas del alma, “como le sucedió a André Frossard”, quien se convirtió por entrar con un amigo a una iglesia donde estaba el Santísimo expuesto. “[Frossard] era ateo, totalmente ateo; no estaba bautizado, era hijo de judíos. Pues bien, entró un momento a una iglesia porque esperaba a un amigo para salir a dar una vuelta. Como su amigo no salía, entró él y se sentó en un banco. Más tarde dijo que ‘la iglesia era feísima, para que nadie piense que fue la iglesia lo que me impresionó’, pero estaba la Custodia expuesta: el amigo estaba adorando. Frossard se puso a mirar la iglesia, y cuenta él que en un momento dado, al mirar una de las velas del altar, fue cuando recibió la gracia de… comprender no es la palabra: ver que Dios existía, y que era su Padre y que lo amaba, etc. Su vida cambió para siempre. Y nosotros no valoramos el contacto con lo sagrado…”.


Fuente: Extractos de la charla dictada a adoradores nocturnos de Valencia, España. El audio completo de la charla está disponible en YouTube (ver aquí), y también en la plataforma SoundCloud gracias al portal SemperFiat.