Santo Tomás de Aquino, 28/1/1994

Querido padre Tomás:

Me encanta Santo Tomás de Aquino: era tan grande de cuerpo como de espíritu. En otras palabras, ¡era muy gordo! Creo que deberíamos nombrarlo patrono de todos los que vivimos a dieta tratando de adelgazar.

Fue la persona más inteligente en la historia de la Iglesia. Durante siglos su teología y filosofía escolástica se enseñó en todos nuestros seminarios. Ahora su nombre ni se menciona.

Si volviera, creo que no le importaría que lo hayan olvidado. El mismo Santo Tomás lo dijo bien claro. Antes de morir dijo que había aprendido más sobre Jesús en una hora santa ante el Santísimo Sacramento que en todos los libros que había leído. Descubrió más su Amor estando en su presencia Eucarística, que en todo lo que había escrito. Y todo lo que se había escrito y dicho era tan insignificante como la paja, en comparación con el valor de un solo encuentro personal con Jesús en el Santísimo Sacramento.

El conocimiento que deriva del estudio frente al que deriva del amor

La teología es el estudio de Dios. La oración ante el Santísimo Sacramento nos da el conocimiento de Dios mismo. La primera es el estudio académico del amor. La segunda, es la cálida experiencia del Amor personificado. Una es un libro acerca de la persona, mientras que la otra es esa persona diciéndonos directamente todo sobre sí misma.

Santo Tomás explica por qué la valoración de la Sagrada Eucaristía ha disminuido y por qué tomamos a la ligera la presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento. El santo habla de la relación inseparable entre consumir y adorar. Entre comunión de la Sagrada Eucaristía y adoración del Santísimo Sacramento. Añade que si no adoramos lo que recibimos perdemos de vista el valor y aprecio de lo que consumimos.

La Eucaristía no es una cosa sino una persona. Si no nos hacemos tiempo para mantener una relación personal con Jesús en el Santísimo Sacramento, perdemos de vista la amorosa persona de Jesús en el Santísimo Sacramento y la Sagrada Eucaristía perderá su valor ante nuestros ojos.

El mayor teólogo de la Iglesia fue un gran Adorador

Santo Tomás pasaba horas en profunda adoración del Santísimo Sacramento. Por su amor al Santísimo Sacramento se le llama el Doctor Angélico. Su amor por Jesús en la Eucaristía fue lo que le inspiró a componer los himnos para la Bendición como “Tan gran sacramento veneremos” [Tantum ergo].

El tema de estos himnos es la capacidad de nuestra fe de ir más allá de los sentidos y alcanzar a comprender la realidad de la presencia de Dios en el Santísimo Sacramento.

Oremos, querido amigo, para que cada sacerdote esté lleno del mismo amor por la Sagrada Eucaristía como lo estuvo Santo Tomás de Aquino. Podríamos convertir al mundo entero al catolicismo si estalláramos de entusiasmo, diciendo a todos que ¡Jesús está realmente aquí en persona!

Fraternalmente tuyo en su Amor Eucarístico.