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Continuemos con la segunda carta que Monseñor Josefino Ramírez enviara al joven sacerdote Tomás Naval, en la que cuenta la experiencia vivida con la Madre Teresa de Calcuta y su devoción a la adoración eucarística.

Memoria de Sta. Mª Magdalena. 2/7/ 1993

Querido padre Tomás:

Ayer ofrecí la Santa Misa por las Misioneras de la Caridad. Me hizo recordar de la primera vez que me encontré con la Madre Teresa de Calcuta. Cuando ella vino a Manila a establecer su comunidad, me pidieron que celebrara misa para ella y sus hermanas.

Después de la misa tuve el privilegio de hablar en privado con la Madre Teresa. Ahí fue cuando me contó la historia de su comunidad. La hermana Agnus, una monja pequeña y morena de la India, fue su primera discípula. Al principio hubo pocas hermanas junto a la Madre Teresa, mientras que eran muchas las personas necesitadas. Desde los ancianos y enfermos que morían en la calle, hasta los bebés y niños abandonados que no tenian a nadie que se ocupara de ellos, la Madre Teresa quería llegar a todos.

La pregunta era: ¿Cómo hacerlo con tan pocas seguidoras? No había suficiente tiempo durante el día para atender a todos aquellos necesitados. La Madre y las hermanas oraron a fin de saber que hacer. La respuesta fue sorprendente. Dios quería algo muy especial aparte de sus oraciones regulares. Aún cuando parecía que no alcanzaban las horas del día, Dios quería algo más. Él quería que la comunidad reservara una hora extra cada día para que todas juntas rezaran esa hora santa en la presencia de Su Hijo expuesto en el Santísimo Sacramento.

mons-ramirez-madre-teresa-500pxLa Madre Teresa declara que esta hora santa diaria es la causa y la razón por la que su comunidad ha florecido. La comunidad ha crecido a más de tres mil mediante el poder y la gracia recibidos en la hora santa diaria. La Madre Teresa se ha multiplicado y ahora está presente en cada parte del mundo por medio de sus hermanas. Debido a que estuvo dispuesta a dedicar un tiempo para unirse a la “vid”.

En el sermón de la ltima Cena, Jesús dijo que el que permaneciera unido a Él en el Santísimo Sacramento, ése daría mucho fruto (Jn 15,5). El fruto apostólico de la Madre Teresa y sus hermanas continúa asombrando al mundo.

Su historia me inspiró a hacer lo mismo que ella hizo. Había estado leyendo sobre el apostolado de la adoración perpetua y cómo el padre Martín Lucia lo estaba promoviendo con éxito en los Estados Unidos y otros países. Yo también quería que se difundiera por todas las Filipinas. Por eso fundé la comunidad llamada Los Discípulos Eucarísticos de San Pío X. Día y noche, sin descanso, ellos se acercan al Santísimo Sacramento en amante adoración. Primero rezaron para que el padre Lucia pudiera venir a las Filipinas y así empezar el gran apostolado para establecer la adoración perpetua en las parroquias. Luego rezaron para que se extendiera por todo el país. En este momento hay 500 capillas. Ahora los Discípulos Eucarísticos oran para que podamos cumplir con nuestro objetivo de establecer en 1.000 parroquias, capillas de adoración perpetua.

Estos dos ejemplos, el de la Madre Teresa y el de los Discípulos Eucarísticos, demuestran la verdad de lo que Jesús dijo en el Evangelio de hoy: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas, y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada” (Lc 10, 41-42).

La parte buena es estar con Jesús en el Santísimo Sacramento. El mejor tiempo invertido en la tierra, querido Tomás, es el tiempo que pasas junto a tu mejor amigo, Jesús en el Santísimo Sacramento. Y es la forma más segura de producir gran fruto apostólico.

Fuente: “El Poder de la Eucaristía”, 30 cartas de Monseñor Ramírez a un joven sacerdote.