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Continuamos con las cartas que Monseñor Ramírez, Vicario General de Manila, Filipinas, envió al joven presbítero Tomás Naval. En esta ocasión, apunta al insuperable poder regenerador de Jesús Eucarístico, sobre el cual pocas veces se presta atención:

Fiesta de la Transfiguración, 6/8/1993

Querido padre Tomás:

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Hongo atómico sobre Nagasaki

En 1945, en un día como hoy, fue lanzada una bomba sobre Japón.

En este aniversario del lanzamiento de esa bomba, ¿no deberíamos reflexionar en esto?

Nos damos cuenta de que algo hecho por el hombre puede ser utilizado con semejante fuerza destructiva, sin embargo no llegamos a comprender el maravilloso poder constructivo del Amor de Dios en el Santísimo Sacramento.

Pedro, Santiago y Juan presenciaron la Transfiguración de Cristo en el Monte Tabor. El mundo entero presenciará la gloriosa transfiguración de Cristo en el Santísimo Sacramento y tendrá el efecto exactamente opuesto al de la bomba lanzada en Nagasaki.

En la transfiguración de Cristo en el Santísimo Sacramento, habrá una explosión de energía divina que liberará el poder de Su amor y renovará la faz de la tierra. ¡Entonces el mundo verá el Poder Verdadero! Todo se renovará. Todo pertenecerá a Su Corazón. Todo se hará uno.

Mientras tanto, hay cinco gracias que recibimos cada vez que visitamos a Jesús en el Santísimo Sacramento. Por sus llagas gloriosas nosotros somos transfigurados y cambiados por medio de su amor sanador.

Las gracias que Él derrama generosamente sobre nosotros por cada hora santa que hacemos son: restauración, santidad, conversión, reparación y salvación.

Esta es la razón, querido amigo, por la que debemos exclamar como Pedro ante su divina presencia: “Señor, qué bueno es estar aquí”.

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“La Transfiguración del Señor” (detalle), pintura de Rafael Sanzio -Pinacoteca Vaticana.