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“Sabía que cada mes habría algo … que me golpearía en la cara y se aplicaría totalmente a lo que estaba tratando en ese momento de la vida o con mi familia.”

En breves pinceladas que aproximan su historia de vida, el perfil de Tina Pagliocchini Jenkis en Instagram reza así: “Esposa bendecida, madre de once hijos por nacimiento y adopción. Mis pasiones: la fe católica, la adopción de niños con necesidades especiales, la fotografía, la lectura, la educación en el hogar”.

Pero ser madre de tantos niños tiene también sus momentos de cruz y cuando acudió por primera vez a una hora santa —cuenta al portal OSV— ya no pudo dejarlo más. Era el lugar de paz que tanto necesitaba. ¡Y además tenía ante ella a Dios! ¿Puede acaso haber algo mejor?

Tina Pagliocchini

Tina lleva participando de la adoración eucarística más de 12 años y sigue acudiendo a este encuentro vital a medianoche, los viernes; el mismo día y hora al que se inscribió en la capilla de adoración perpetua de su parroquia. “Recuerdo haber entrado en la capilla por primera vez, y haber sido golpeada por la presencia de Cristo”, dice Tina y prosigue… “No he olvidado que después de esa experiencia hablé con mis amigos sobre ello. ‘Escucha, tienes que hacer esto’, le dije a un amigo que nunca había ido”.

Tina se convirtió a la fe católica después de casarse. Pero es gracias a los tiempos de adoración —señala— que ha profundizado y madurado en la fe. En particular, agradece haber pasado cinco años, ante Jesús Eucaristía, leyendo y meditando el Diario de Santa Faustina Kowalska, “La Divina Misericordia en mi Alma”.

“Sabía que cada mes habría algo en su diario que me golpearía en la cara y se aplicaría totalmente a lo que estaba tratando en ese momento de la vida o con mi familia”, afirma Tina, reiterando además que de esta forma la adoración eucarística ha enriquecido su alma con una “constancia siempre nueva”

“En las luchas de la vida, Él está ahí. También en las celebraciones de la vida, Él está ahí. Durante la indecisión y la confusión, Él está ahí. A través de la reflexión y la satisfacción, Él está ahí. Me ha hecho darme cuenta que así es como debe ser mi viaje de fe y como debo vivirlo por Él y con Él. Necesito ser un reflejo de esto. Necesito reflejarlo y ser sus manos y pies aquí en este mundo, mientras espero verlo en el próximo”.


Fuente: Portaluz