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[notification type=”default”]La más pequeña acción hecha por amor de Dios siempre da fruto. Esto es verdad para cada oración, sacrificio o sufrimiento ofrecido con amor a Jesús. Sólo en el cielo veremos en toda su plenitud el fruto de nuestros trabajos, oraciones y sacrificios. Algunas veces, sin embargo, se nos da un anticipo de ese fruto en la tierra. Ésta es la historia de cómo un pequeño gesto de amor por Dios produjo mucho fruto:[/notification]

Cierto día, un miembro de la iglesia de San Bonifacio en Pembroke Pines, Florida (EE.UU.), le obsequió a su párroco una copia de la revista “The Marian Helpers Bulletin”. Este pequeño gesto de amor fue como una bomba espiritual, cuya explosión tuvo efecto en toda la diócesis.

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Cuadro original de la Divina Misericordia

Al párroco, Pbro. Michael Eivers, lo impresionó la tapa de la revista, una copia del cuadro de la Divina Misericordia con la inscripción: “¡Jesús, en Ti confío!”. Tuvo la idea de colgar esa reproducción en su oficina de manera que todos al pasar pudieran verla, así que decidió recortarla y agrandarla. Mientras trabajaba en ello, el Padre Michael vio el artículo escrito por mí sobre la Adoración Perpetua al Santísimo Sacramento. Ese artículo era una llamada dirigida tanto a los sacerdotes como a los feligreses para tener adoración perpetua en sus parroquias. En él, además, yo me ofrecía a ir donde hiciera falta con el fin de colaborar en la organización de la adoración perpetua, para que todo funcionara bien y el éxito quedara asegurado.

El Padre Eivers leyó, pues, mi artículo y trató de ponerse en contacto conmigo. No fue tan sencillo; yo no había incluido mi dirección ni mi teléfono en el texto. Tras muchos esfuerzos, finalmente el Padre Eivers me encontró, invitándome a San Bonifacio para hablar en todas las misas sobre la adoración perpetua.

Ese mismo domingo, tras hablar en las misas, el Padre Michael me invitó a cenar con un amigo suyo, el Padre Daniel Barrett, párroco de San Kieran, quien me convidó a su iglesia en el centro de Miami para establecer la adoración perpetua. Conocí allí al Padre Brendan Dalton, quien por su parte me invitó a su parroquia de La Visitación con el mismo objetivo. Pronto la adoración perpetua se propagó a toda la diócesis; esta reacción en cadena de la gracia y de la providencia divina continúa y perdura hasta hoy. El entonces Arzobispo Edward McCarthy mandó una carta a todos los párrocos de Miami, animándolos a iniciar adoraciones perpetuas en todas sus iglesias. Todo esto no fue sino el resultado de un acto de amor. Y les cuento esta historia con el objeto de alentarlos a tener adoración perpetua en sus parroquias.

No es difícil

Como van a ver, no es tan difícil tener adoración perpetua:

A los fieles se les invita a pasar una hora semanal en adoración frente al Santísimo Sacramento. Lo único que se les pide, reitero, es una hora a la semana.

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Adoración al Santísimo promovida por el movimiento LifeTeen en EE.UU.

La invitación se extiende a todos, después de predicar sobre la adoración perpetua; quienes quieran participar se apuntan en un formulario y lo entregan al momento de la colecta.

Además, en el formulario se pide ayuda para realizar las llamadas telefónicas necesarias a fin de completar el horario. Por fin, se organiza una reunión con los coordinadores, quienes harán las llamadas telefónicas. En dicha reunión se les explica cómo se debe organizar la adoración perpetua. Y eso es todo. Nada más fácil.

La mayoría cree que es imposible encontrar personas suficientes con que cubrir todos los turnos, veinticuatro horas al día, siete días a la semana. La experiencia común en casi todas las parroquias es que sólo un grupo pequeño asiste a las devociones del primer viernes de mes; sin embargo, hemos descubierto que una vez al mes es un período de espera muy largo para la gente, que se olvida o nunca desarrolla genuino aprecio por la presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento.

En cambio, al asistir semanalmente a la adoración, el fiel desarrolla su espiritualidad eucarística, pasando de una práctica de piedad a una de compromiso que así se convierte en devoción auténtica.

El pedido de San Juan Pablo II

En su primera encíclica, “Redemptor hominis”, el Papa San Juan Pablo II dijo que nuestro objetivo primordial en la vida es el de avanzar y perseverar en la piedad y vida eucarística tanto como crecer espiritualmente en el ambiente de la Eucaristía. El Papa invita a todo el pueblo de Dios a amar a Jesús en el Ssmo. Sacramento y a hacer de la Eucaristía el centro mismo de cada parroquia por medio de la Adoración. Él mismo, después de recibir muchas peticiones, inició la Adoración Perpetua en la capilla del Santísimo Sacramento en la Basílica de San Pedro de Roma, el día 2 de diciembre de 1981. Así, aunque la primera reacción de su párroco sea negativa, Ud. podría recordarle ese episodio del Evangelio cuando Jesús pone a prueba la fe de sus discípulos, diciéndoles: “Remen más adentro y echen sus redes para la pesca”. Poniendo su fe en Él, pescaron tantos peces que la red estuvo a punto de romperse. Lo mismo ocurre con la adoración perpetua. Porque cuando Dios encuentra a un párroco que no pone límites a la gloria dada a su Hijo Jesucristo en el Santísimo Sacramento, Él a su vez no pone límites a la abundancia de las gracias que confiere a toda la comunidad parroquial.

La Adoración Perpetua requiere que pongamos nuestra fe en práctica. En realidad es dar testimonio de nuestra fe en que Jesús está realmente presente en la Eucaristía con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, como enseña el Concilio de Trento. La adoración perpetua es un modo de agradecer por parte nuestra el don total de la presencia de Cristo entre nosotros, diciéndole que es verdaderamente bienvenido y amado. Si nuestra parroquia tuviera que permanecer cerrada, tal vez se pueda convertir algún cuarto en capilla de adoración perpetua. ¿Dónde están nuestras prioridades? ¿Qué valor le damos al Verbo Divino hecho hombre que habita entre nosotros y cuyo amor no tiene fin?

Adoración y Divina Misericordia

La Adoración Perpetua abre las puertas al amor misericordioso de Dios por el mundo. Cada persona que adora a Cristo en el Santísimo Sacramento representa a toda la humanidad, la cual queda bendecida y enriquecida por la fe de una persona.

La imagen de Jesús como la Divina Misericordia, que dio origen al florecimiento de la adoración perpetua en el Arzobispado de Miami, fue revelada a Santa Faustina Kowalska. Debido a su gran amor por la Eucaristía, Santa Faustina agregó a su nombre el título “del Santísimo Sacramento”.

adoración perpetua divina misericordiaEn su diario, ella ofrece detalles de su visión: “Cuando me encontraba en la iglesia esperando el momento de mi confesión, vi los mismos rayos (como esos que aparecen en la imagen de la Divina Misericordia) que salían de la custodia y se esparcían por toda la iglesia. Después de la bendición los rayos volvieron de nuevo a la custodia y aparecían claros y brillantes como en un cristal. Le pregunté a Jesús si había accedido a convertir en luz el fuego de su amor en todas las almas que estaban frías. Bajo la influencia de estos rayos, hasta el corazón más frío, semejante a un bloque de hielo, se calentaría; hasta el que estaba duro como roca se desharía en polvo” (Diario, I, 55).

En otra ocasión, Santa Faustina recibió estas palabras de Nuestro Señor: “Quiero recordarte, hija mía, que siempre que oigas el reloj tocar las tres de la tarde, te sumerjas completamente en mi Misericordia, adorándola y glorificándola, invocando su omnipotencia por todo el mundo, particularmente por los pobres pecadores”. Jesús termina diciendo: “De todas las criaturas demando veneración a mi Misericordia” (Diario, V, 145).

Estas palabras sugieren fuertemente no sólo el ardiente deseo del Corazón de Jesús, presente en la Eucaristía, de arrojar sobre el mundo entero los rayos de su amor y misericordia divina, sino de hacer esto cuando los fieles lo adoran en la Eucaristía. Por medio de ese acto también se rinde culto a su Misericordia, lo cual, como mostramos antes, es algo que desea mucho y de parte de todas las criaturas.

Por favor, amigo lector, pídale a María, Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, que le ayude a hacer un pequeño acto de amor por medio del cual una gracia tan especial de Dios pueda llegar a su parroquia, mediante la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento.

Pida también a su párroco que comience esta devoción en su parroquia.

R. P. Martin Lucia