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thomas levantateSomos un matrimonio de adoradores de la iglesia Jesús Carpintero. Cuando el párroco invitó a la comunidad a la Adoración Eucarística un día jueves, mi marido y yo nos inscribimos por separado… y ambos elegimos el mismo horario.

Quienes nos conocen podrían creer que acudimos por tener mucho que pedirle a Dios. Pero con veinte años de matrimonio y cuatro hijos, dos de ellos prematuros y con secuelas neurológicas por eso, sólo queríamos estar a solas con el Señor y agradecer la fortaleza que nos regala día a día.

No había pasado un mes de adoración cuando fuimos llamados desde la Teletón para avisarnos que uno de nuestros hijos, Thomas, tenía fecha para ser operado por séptima vez, debido a su parálisis cerebral y diplejía espástica. Sería la intervención más compleja; el doctor nos advirtió que era la última carta a jugar por nuestro hijo. Agregó que le sería cada día más difícil mantenerse en pie y dependería de su silla de ruedas.

Cuando fuimos con mi esposo a la adoración de ese jueves, sólo pedimos que nuestro hijo no sufriera y que, dentro de su capacidad, reconociera al Señor como su fortaleza.

Thomas dejó impresionados a los médicos por su rápida recuperación. Después de una cirugía de 9 horas debía pasar como mínimo dos días en la UCI; sólo estuvo una noche. Estaba conectado con un anestésico permanente dirigido a su columna, que se activaría cuando nuestro hijo lo requiriera para controlar los dolores; no necesitó ninguna dosis, para asombro de los doctores. Debía pasar diez días hospitalizado; recibió el alta al sexto día, dejando impresionados a todos los especialistas.

Menos de dos meses después, Thomas, con 17 años, estaba dando sus primeros pasos con la ayuda de bastones. Justamente lo que su médico nos había advertido que no debíamos esperar…

Después de dos meses de rehabilitación fue a control con el cirujano que lo operó. Thomas entró a la consulta caminando con sus bastones. El médico no lo podía creer, se le llenaron los ojos de lágrimas, lo grabó con su celular. Jamás lo había escuchado nombrar a Dios, pero en ese momento exclamó: «¡Gracias a Dios lo lograste, Thomas!».

El Señor sabe lo que anhelamos, nunca nos deja solos, nos mantiene unidos en esta tarea. El Padre [Juan Ignacio] siempre nos dice: «Pidan cosas grandes porque Dios hace cosas grandes». Señor, tú lo has hecho todo; no hay día en que no nos sorprendas con tu grandeza. ¡Sólo hay que dejarse amar por Jesús!

Karina Vilches & Mauricio Quintana
— adoradores en Parroquia Jesús Carpintero, Renca