Después de 8 años de estudios Marcus Schonnop va a ser ordenado sacerdote este año en la congregación de Compañeros de la Cruz, una congregación de sacerdotes de estilo carismático que cuenta con 37 sacerdotes, una veintena de seminaristas y dos obispos, con sedes en dos ciudades de EEUU y 3 de Canadá.
Lo peculiar en el caso de Marcus es su historia de fe. Fue bautizado y confirmado como adulto, en 2010. Nació en una familia sin fe, nadie le habló nada positivo de Dios en su vida hasta que, en la universidad, un compañero de habitación católico empezó a compartir cosas sobre su fe. Le pagaron una estancia en un retiro espiritual para universitarios al que fue a regañadientes y allí cambió su vida. Lo explica P.J. Ginés en Religión en Libertad.
Un compañero de habitación cristiano
“Vengo de una familia maravillosa, crecí en la costa Oeste de Canadá, pero no supe ni oí nada sobre Dios o el cristianismo de forma positiva hasta que fui a la universidad. Mi compañero de habitación era católico. Hasta entonces, yo me consideraba un agnóstico bordeando el ateísmo”, explica en un testimonio publicado en Mosaic.
“Mi compañero de habitación parecía un tipo normal, pero para mi asombro estaba encendido con un fuego de amor por Dios. Rápidamente desmontó mis falsas nociones sobre los cristianos y me encontré intrigado, y a la vez confundido, por la fe católica. Empezó un proceso de tres años de hacer preguntas, mientras examinaba que es lo que yo realmente creía”.
Cuando llevaba ya casi esos 3 años le invitaron a unas jornadas para universitarios católicos. “Si soy honesto, yo no quería ir. Pero alguien pagó por mí, diciendo que la convención cambiaría mi vida. Acepté el dinero y acudí, escéptico”.
Una experiencia mística ante el Santísimo
En esas jornadas hubo una noche de adoración ante el Santísimo Sacramento. “Esa noche le di a Dios un ultimátum: «Dios, si eres real, tienes que mostrármelo, o yo me voy. Ya tuviste tu oportunidad».”
“Al instante, el Señor respondió con poder y sentí olas de gozo, amor, paz y calor atravesando todo mi cuerpo. Fui «bautizado en el Espíritu Santo» antes incluso de estar bautizado. Supe al instante que Dios era real, que Jesús murió por mis pecados y que Él tenía un plan definitivo para mi vida. Es como si se encendieran las luces”, recuerda.
“Supe que tenía que hacerme católico”, explica. Realizó el curso habitual en las parroquias para iniciación cristiana de adultos y entendió que todos sus valores estaban cambiando. Quería dedicar su vida a servir a Dios.
“Me enamoré de compartir la fe”
Durante un año fue un joven misionero itinerante por Canadá con NetMinistries.
“Me enamoré de compartir la fe y de ver cómo otros se encuentran con Dios”. Terminado ese año misionero, empezó a discernir el sacerdocio. “Empecé a notar una gran paz y amor en la idea de ser sacerdote”. Después conoció a los Compañeros de la Cruz, con los que empezó sus estudios en 2012.
Pero ese año fue importante también porque fue cuando sus padres se hicieron católicos, 2 años después del bautizo de su hijo.
Marcus reflexiona sobre esta red de transmisión: “Encontré a Dios y su amor inmenso como resultado de que mi compañero de habitación se atrevió a compartir su fe conmigo. Por él, pude recibir la fe y pasarla a mis padres”, se asombra con alegría.
Pronto será sacerdote en los Compañeros de la Cruz, aprobados en 2003 como Sociedad de Vida Apostólica, una comunidad que se declara “eucarística, carismática, mariana y magisterial”. Uno de sus miembros es obispo auxiliar en Ottawa y otro es el obispo castrense de Canadá.
Fuente: Camino Católico