El 28 de noviembre de 1897 el Papa León XIII, a través del documento Providentissimus, estableció como “Patrono de los Congresos Eucarísticos y Asociaciones Eucarísticas” a San Pascual Bailón, religioso franciscano español que sobresalió por su devoción a la Virgen y su amor a la Eucaristía.
Pobre pastor, santo religioso
Hijo de humildes campesinos de Aragón, nació el 16 de mayo de 1540, en la vigilia de Pentecostés, razón por la que sus padres lo llamaron Pascual. Desde los 7 hasta los 24 años trabajó como pastor de ovejas. Se arrodillaba para adorar al Santísimo Sacramento desde lejos y su alegría era obtener permiso para ir a misa entre semana. Un día, mientras el sacerdote consagraba, otros pastores le vieron caer de rodillas gritando: “¡Ahí viene!, ¡allí está!”. Había visto a Jesús venir en aquel momento.
A los 24 años ingresó en el convento franciscano de Alvatera. Ejerció oficios humildes y su tiempo libre lo dedicaba a la adoración Eucarística. Por las noches pasaba horas ante el Santísimo Sacramento. Con una personalidad de asceta y místico, desarrolló su fe a través de la caridad fraterna, y defendió la presencia de Cristo en la Eucaristía de los ataques de los protestantes hugonotes, cuando cruzó a Francia como mensajero del provincial de su orden.
Aunque Pascual apenas sabía leer y escribir, era capaz de expresarse con gran elocuencia sobre la presencia de Jesús en la Eucaristía. Sus maestros se quedaban asombrados de la precisión con que respondía a las más difíciles preguntas de teología. Tenía el don de ciencia infusa.
En una ocasión fue visto bailando ante una imagen de la Santísima Virgen, diciéndole con rebosante alegría: “Señora: no puedo ofrecerte grandes cualidades, porque no las tengo, pero te ofrezco mi danza campesina en tu honor”.
Murió el 15 de mayo de 1592, domingo de Pentecostés, e hizo muchos milagros después de su muerte. Por ejemplo, durante su misa tenían el ataúd descubierto y en el momento de la doble elevación, los presentes vieron que abrió y cerró por dos veces sus ojos; su cuerpo, aun después de muerto, manifestaba su amor a la Eucaristía. Eran tantos los que querían despedirse de él, que su cuerpo estuvo expuesto durante tres días.
Fue canonizado en 1690 y su fiesta se celebra el 17 de mayo.
Fuente: corazones.org