¿Por qué adorar?
Beneficios recibidos en la Adoración Eucarística
- Fortalece la fe del creyente y dona la gracia de la fe al no creyente.
- Educa y prepara a participar del Sacrificio Eucarístico en la Misa.
- Abre la conciencia del creyente facilitando su re-encuentro con Dios en el sacramento de la Reconciliación (Confesión).
- Entrega el don de la conversión, sanación y liberación que nos faculta para empeñarnos en alcanzar la santidad.
- Otorga la Paz de Dios.
“… hay cinco gracias que recibimos cada vez que visitamos a Jesús en el Santísimo Sacramento. Por sus llagas gloriosas nosotros somos transfigurados y cambiados por medio de su amor sanador. Las gracias que Él derrama generosamente sobre nosotros por cada hora santa que hacemos son:
Restauración, santidad, conversión, reparación y salvación” .
(Ref: El poder de la Eucaristía, 30 Cartas de Monseñor Ramírez, Vicario General de Manila-Filipinas, a un joven sacerdote, pp.12)
Para finalizar baste señalar la promesa de Jesús que señala:
“Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí (…) Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” (Jn. 14,11;13)
…y comprenderemos el privilegio de estar ante Dios mismo, que nos permite la Adoración Eucarística.
Así entonces, Adoración Eucarística son todas las formas de devoción que adecuadamente, en comunidad o en forma individual expresan la debida veneración, amor y reconocimiento de divinidad a Cristo presente en la Eucaristía (Mysterium fidei – Misterio de la fe). Y a través de Cristo a Dios Padre, mediante la gracia del Espíritu Santo. Es así un acto irrenunciable de encuentro con el Amor, la Santísima Trinidad. (Fundamentación: Dominicae Cenae Nr. 3 y 5)
Sólo se adora a Dios, por tanto la Adoración Eucarística es cumplir el mandato divino que nos propone: “Amarás al Señor tu Dios con Todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Mt. 22,37) y “Adorarás al Señor tu Dios y a Él sólo darás culto” (Mt 4, 10).
Al adorar reconocemos públicamente lo que el Magisterio de la Iglesia señala: “Jesucristo está presente en la Eucaristía de modo único e incomparable. Está presente, en efecto, de modo verdadero, real y sustancial: con su Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y su Divinidad” (Catecismo Nr. 282).
Nos postramos ante el Salvador, para expresarle amor, agradecerle su misericordia, reconciliación y salvación manifiesta en el Misterio Pascual. Asimismo adoramos para reparar las blasfemias y faltas de amor con que continuamente Él es ofendido y pedir así por la conversión de todos los pecadores. “La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este Sacramento del Amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las graves faltas y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración”. (San Juan Pablo II, Dominicae Cenae, n.3)
“Por siempre sea alabado Jesús Sacramentado”