Señor mío Jesucristo,
que por amor a los hombres
estás noche y día en este sacramento,
lleno de piedad y de amor,
esperando, llamando y recibiendo
a cuantos vienen a visitarte:
creo que estás presente en el sacramento del altar.
Te adoro desde el abismo de mi nada
y te doy gracias
por todas las mercedes que me has hecho,
y especialmente
por haberte dado tu mismo en este sacramento,
por haberme concedido por mi abogada
a tu amantísima Madre
y haberme llamado a visitarte en este iglesia.
Adoro ahora a tu Santísimo corazón
y deseo adorarlo por tres fines:
el primero, en acción de gracias
por este insigne beneficio;
en segundo lugar,
para resarcirte de todas las injurias
que recibes de tus enemigos en este sacramento;
y finalmente,
deseando adorarte con esta visita
en todos los lugares de la tierra
donde estás sacramentado
con menos culto y abandono.