Guía del adorador
Adora a tu Señor en silencio. En el silencio del corazón Dios nos inspira y de ese modo nos habla. El silencio permite también respetar el diálogo íntimo y la oración de los otros.
Puedes pasar tu Hora Santa de adoración como lo desees, recordando siempre que estás ante la presencia de tu Señor y Salvador.
Sugerencias: Puedes leer un pasaje del Evangelio (en la capilla habrá algunos ejemplares del Nuevo Testamento) o bien traer tu Biblia y alabar al Señor con algún salmo (p. ej. 145, 146, 147,.. o el maravilloso salmo 104) o con el Canto de los tres jóvenes (Daniel cap. 3 versículos 52 y siguientes) o simplemente alabarlo espontáneamente. El Señor es digno de toda alabanza, honor, gloria y acción de gracias. Agradécele por los beneficios recibidos, por el don de tu vida y por de los otros, y por todos tus amigos, familiares, por cada cosa y sobre todo por esta gracia inmensa de poder adorarlo día y noche en esta capilla. Verás tú mismo cuántas son las cosas por las que debemos agradecer y alabar a nuestro Dios. Puedes también hablar con Él, contarle tus problemas (claro que Él los conoce pero se complace que tú se lo digas y busques en Él la solución, la luz, la respuesta). Seguramente tendrás muchas personas por las que interceder. Recuerda que con tu adoración puedes reparar los sacrilegios, blasfemias, ultrajes e indiferencias cometidos contra Dios, y todas las ofensas contra la Santísima Virgen y los santos. Desde luego, puedes sencillamente contemplarle en tu silencio, dejándote abrazar por su amor y recibiendo su paz. Puedes también rezar el Rosario, que es como contemplar a Jesús con los ojos y el Corazón de María. Recuerda siempre che el Jesús que tú contemplas es el mismo que está realmente delante de ti. Y así, por ejemplo, cuanto medites el primer misterio gozoso ten presente que ese Jesús que está delante de ti es el mismo que se encarnó en el seno de la Virgen María. Así también el que fue llevado por María a la casa de Isabel o el que nació en Belén…
La hora que tú pasas con el Señor no se mide en minutos sino en gracias, bendiciones, protección, frutos, mayor intimidad y conocimiento de Dios. Esa hora el Señor la bendice y multiplica en beneficios incalculables, esa hora que tú le ofreces a Dios tiene valor de eternidad, es tu hora santa.
Dijo el Santo Padre Benedicto XVI: “Sin adoración no habrá transformación del mundo…Adorar no es un lujo, es una prioridad”. Ten presente que si la capilla puede estar siempre abierta, día y noche, para quien quiera que sea a la hora que sea puede acercarse hasta el Señor y recibir quizás la misma salvación (abundan los testimonios de personas que se encontraron con Dios porque la iglesia estaba abierta), es porque tú constituyes ese eslabón de la cadena de amor y adoración que lo hace posible. Que esto sea siempre un motivo de alegría y un aliciente más para tu fidelidad en la adoración.
En la capilla hay algunos libros y devocionarios que te podrán ayudar en aquel momento. Trátalos con cuidado.
Sé puntual a tu cita con Dios. Si por algún motivo prevés que no podrás venir a tu hora, busca alguien que pueda sustituirte. Para ello se te suministrarán los números de teléfono de los adoradores de tu misma hora. En ningún caso debe el Señor, expuesto en el Santísimo Sacramento, quedar solo. Siempre debe haber por lo menos un adorador en su presencia.
Si prevés ausentarte y estás solo/a en esa hora, para sustituirte puedes buscar entre tus conocidos, parientes o amigos, o bien alguien de la misma hora de otro día de la semana. Si ni siquiera así encuentras quien te reemplace avisa con tiempo a tu coordinador de hora. Recuerda que para facilitar el buen orden es muy aconsejable que tú mismo/a encuentres el sustituto.
Si no estás solo/a en tu hora y debes ausentarte asegúrate antes que haya alguno de los adoradores de tu hora al menos presente. Si así no fuese, debes buscar quien te reemplace, como se explicó en el punto anterior, sin esperar que lo haga otro.
No olvides firmar el registro de presencias y de indicar la hora de ingreso y la de salida. En caso de sustitución debe también hacerlo el reemplazante. Este registro le será presentado al Señor durante la Misa aniversario de la Adoración Perpetua.
Reemplazo en caso de ausencia
Verifica primero si hay otro adorador en tu misma hora de tu día que asista.
Si no hay ninguno o si la otra persona tampoco asistirá busca entre tus conocidos, amigos o parientes quien pueda sustituirte.
Si no encuentras ninguno busca entre los adoradores de tu misma hora de los otros días de la semana para permutar la hora o pídele al de la hora anterior o bien al de la siguiente que haga una hora adicional por ti. Es preferible el caso de permuta porque el otro toma tu hora y tú la suya.
En general todo se resuelve en un par de llamadas. Si aún después de aquellos intentos no has encontrado quién te reemplace entonces llama a tu responsable de grupo horario.